Richard Sennett: “Se desprecia la praxis”
Sociología. Richard Sennett
dice en esta entrevista que la mano y la cabeza no Están separadas en el
trabajo aunque la sociedad sólo valore a una de ellas.
Justo Barranco
El capitalismo financiero
ha cambiado el mundo. Y no para mejor, opina el sociólogo Richard Sennett. La
aversión al largo plazo de este capitalismo ha sido uno de los factores que han
originado la crisis actual y que ha cambiado radicalmente nuestras vidas en las
últimas décadas. En El
artesano (Anagrama 2009)
parte de una vieja conversación con su profesora Hannah Arendt, la autora de La condición humana , en la que ella separaba la
producción física, en la que seríamos poco más que bestias de carga, de la
creación mental. Para Arendt, la mente entra en funcionamiento una vez
terminado el trabajo. Para Sennett, en el proceso de producción del artesano
–todo aquel que desea realizar una tarea bien hecha, y que incluye no sólo la
producción manual, sino también a programadores, médicos, artistas o padres–
están integrados el pensar y el sentir. La mano y la cabeza no están separadas,
aunque nuestra sociedad sólo valore una.
–¿Por qué la relación entre la mano y la cabeza es básica?
–Nuestra potencia mental se desarrolló a través de las manos, de la
manipulación de cosas. Hoy pensamos en las actividades materiales como cosas
estúpidas, percibimos nuestros cerebros como una maquinaria autosuficiente. Es
erróneo. Hay un proceso abierto entre mejorar las capacidades físicas y el
pensamiento, una relación estrecha entre la mano, la cabeza y el corazón.
Pensamos un diseño y creemos que esa imagen mental puede proyectarse al mundo.
Una política malísima: no aprendemos de la práctica.
–Parece aquella vieja división filosófica entre alma y cuerpo.
–No es la filosofía sólo, la política también. El capitalismo ha alentado esta
división. En las últimas décadas los bancos han negociado con abstracciones,
teorizan sobre los valores y pierden el contacto con lo que es una fábrica, una
tienda. Muchos compran y venden empresas que no entienden. Ni lo necesitan,
porque compran su valor monetizado. Y no hay posibilidad, artesanía, de hacer
que la empresa sea buena o mala, no hay conocimiento. Compran una empresa de
colchones y la venden a otra pero con más deuda, esta hace lo mismo. La empresa
cada vez tiene menos capital y tiende a la quiebra. Le pregunté a uno de los
compradores: ¿Has visto cómo se fabrica un colchón? Me dijo que para qué, si
sólo iba a ser propietario tres meses. Así se desarrolla ahora la economía
capitalista, se desprecia la praxis, las manos en la masa, no saben qué hacer
porque de hecho nunca han gestionado nada.
–¿Es la explotación actual?
–Sí, la dominación de las finanzas sobre la economía real. Las finanzas son una
operativa abstracta. Siempre pensamos que el capitalismo es hostil a la
artesanía porque discapacita al artista, pero es más sofisticado: no está
implicado en la práctica. Teoriza. Por ejemplo, con la deuda. Es una de las
razones de la crisis actual.
–¿Y las otras?
–Otra es la forma del tiempo en el capitalismo hoy: todo es a corto plazo. La
economía global se reorienta al comercio del precio de las acciones más que a
sus beneficios finales. La noción de gestionar una empresa para tener beneficios
a largo plazo ha desaparecido. Puedes ganar dinero con empresas que están
perdiendo. De manera que cuando llegas a una economía como esta no tienes
ningún interés en lograr que la economía real funcione.
–¿Qué piensa de los suicidios en Francia en Renault o France Télécom?
–Estamos estudiando el desempleo a largo plazo en Wall Street y encontrando
cosas muy similares. Alcohólicos y suicidios no sólo entre los que pierden el
trabajo sino entre los que se quedan, que están tan estresados porque para conservar
el puesto de trabajo tienen que hacer cada vez más. El capitalismo en los
últimos veinte años se ha hecho completamente hostil a la construcción de la
vida. En el antiguo capitalismo corporativo de mediados del siglo XX podías
sufrir injusticias pero construirte la vida. En los últimos 20 años se ha
convertido en algo inhumano y la izquierda tan contenta de ser hombres
prácticos que pueden hablar con los banqueros. De hecho, el primer movimiento
en la crisis ha sido ayudar a los bancos. En Inglaterra se compraron cuatro y
aun así se decidió no interferir en lo que hicieran.
–¿Cuál es su alternativa?
–No podemos volver al antiguo capitalismo. La izquierda debe reflexionar sobre
cómo hacer crecer empresas que realmente permanezcan. Empresas de tamaño pequeño
como las del norte de Italia y sur de Alemania, con trabajos muy
especializados. No fabrican en masa y trabajan más a largo plazo, desde la
formación de los trabajadores a sus relaciones de exportación. Un trabajo
artesanal, que puede ser muy avanzado, como pantallas de enorme definición para
operaciones quirúrgicas.
–“El artesano” es el inicio de una trilogía de despedida.
–Quería unir las preocupaciones básicas de mi obra, la relación entre lo
material y lo social, lo concreto y lo abstracto. Luego me dedicaré al
violoncelo, he recuperado la posibilidad de tocarlo, pero sólo me quedan diez
años en la mano. Por cierto: todos los músicos son artesanos, saben que no
existe una idea musical sin base física. Los otros libros están dedicados a la
relación entre lo material y lo social: la confianza, el respeto, la
cooperación, la autoridad, la artesanía de las relaciones sociales. Y a nuestra
relación con el medio ambiente.
–Usted rechaza lo que implica la idea de sostenibilidad.
–Porque no somos propietarios de la naturaleza. Sostenibilidad significa
mantener las cosas como están. Es una metáfora errónea. Podemos funcionar con
mucho menos tráfico, menos carbono. Distintos edificios. Debemos cambiar la
noción de la modernidad de que el ser humano siempre dominaría la naturaleza.
Produce autodestrucción. Copenhague ha sido terrible, especialmente los chinos,
que cinco días antes decían verde verde, y luego que no, que no quieren que
nadie interfiera con ellos ni conozcan su tecnología. Aterrador. Y los europeos,
fuera de juego.
©
La Vanguardia
No hay comentarios:
Publicar un comentario